Aprender a nadar: cómo dejar de ser sincabecista

Aprender a nadar es algo que puede hacerse casi sin enterarte mientras juegas en el agua y vas creciendo. Si no te importa demasiado meter la cabeza debajo del agua, conforme vayas ganando resistencia suficiente como para no parar de moverte, flotarás, nadarás y bucearás. Si este es tu caso, quizá ni siquiera recuerdes el momento exacto en el que aprendiste a nadar, porque habrá sido una sucesión progresiva de pequeñas zambullidas desde el bordillo de la piscina y pataleos a lo «perro» que cada vez fueron menos torpes y más largos.

¿Pero qué pasa si eres incapaz de meter la cabeza debajo del agua? Por increíble que pueda parecer a mucha gente, hay personas a las que la mera idea de que sus vías respiratorias estén brevemente sumergidas en el agua les paraliza de miedo. Son los sincabecistas (no os lo toméis a mal, yo fui un sincabecista en mi niñez :D). Ser sincabecista no te impide aprender a nadar (de eso quizá hablemos en una futura entrada), pero sí que lo complica bastante y, sobre todo, hace que tu relación con el agua sea mucho menos placentera 🙁

¿Se puede dejar de ser sincabecista? ¡Por supuesto! Lo malo es que muchos manuales y tutoriales para aprender a nadar están escritos por gente que lleva en el agua casi desde que nació y nunca fue sincabecista, así que los ejercicios que proponen suelen ser incompatibles con el sincabecismo radical. Además, la mayoría de literatura sobre aprender a nadar está destinada a niños de corta edad por varias razones. La primera y más prosaica es que los padres primerizos son yonquis de este tipo de libros, así que son mucho mejor objetivo de venta que otros segmentos. Además, casi todo el mundo que no sabe nadar más allá de los 15 años decide resignarse, supongo que por vergüenza. Así que voy a intentar ayudar a los sincabecistas de cualquier edad a dejar de serlo, a ver si lo consigo 😉

Normalmente, un sincabecista no tiene mucho miedo de meter su cuerpo entero en el agua siempre y cuando pueda asegurarse que su cabeza permanece fuera de ella en todo momento. Así, una piscina con poca gente en la que haga pie en todo momento es un lugar bastante apacible, pero un simple tobogán en el que caes sentado a una piscina con la mitad de profundidad de la anterior es totalmente inaceptable. Así pues, nos centraremos en lograr la inmersión de la cabeza. Más concretamente, la inmersión de la cara, puesto que un sincabecista no tiene mayor problema en sumergir su cabellera en un lavabo de peluquería, por ejemplo, siempre que su cara permanezca en todo momento fuera del agua.

Por lo tanto, y sin intención de insultar vuestra inteligencia, si conseguimos sumergir la boca, la nariz y los ojos, dejaremos de ser sincabecistas 🙂 Así dicho parece fácil, pero el sincabecismo tiene su razón de ser evolutiva: si bloqueas el flujo de aire de boca y nariz por más de un par de minutos, mueres o quedas gravemente dañado. A pesar de que el reflejo de inmersión es innato y el cuerpo está bastante preparado para ello, si nos ponemos a pensarlo demasiado, quizá se nos quiten las ganas de que nuestra boca y nariz no puedan tomar tanto aire como necesiten en todo momento. En realidad, el paso crítico para dejar de ser sincabecista es la nariz, puesto que basta con cerrar la boca para poder sumergirla manteniendo el flujo de aire a nuestros pulmones y el problema de los ojos se soluciona perfectamente con unas gafas (si eres sincabecista y no lo crees así, haz por favor un pequeño acto de fe O:) ).

10 pasos para dejar de ser sincabecista

1. Consigue unas gafas de nadar, unas gafas de bucear y un tubo de bucear.

Que no cunda el pánico, de momento no los vamos a usar, pero necesitamos que tengas tus propias gafas de nadar (las que son dos pequeñas piezas de plástico para los ojos y una goma elástica), unas gafas de bucear que tapen la nariz con un compartimento separado para los ojos y un tubo de bucear que pueda acoplarse fácilmente a ambas.

Como gafas de nadar os recomiendo las Arena Spider junior, muy cómodas y facilísimas de ajustar. En cuanto a gafas de bucear, si buscáis «máscaras de buceo» en Decathlon o similares, casi cualquiera vale. Como os he dicho antes, lo mejor es que tengan un compartimento aislado para la nariz para que el vaho no empañe los cristales y que puedan ajustarse fácilmente y evitar tanto el pánico de que te entre agua cuando te sumerges como el corte de la circulación facial por apretar las gafas demasiado. En cuanto a los tubos, hay unos que tienen un pequeño clip de plástico en un lado para poder acoplarlos sin tener que soltar las gomas de las gafas.

2. Acostúmbrate a respirar por el tubo de buceo fuera del agua

Respirar por un tubo no es una experiencia agradable, pero claramente es mejor que no poder respirar. Olvidémonos del agua y respiremos a través del tubo de buceo cuando estemos fuera del agua, para que luego sea más natural para nosotros hacerlo dentro. Sé que es un poco ridículo, así que puedes ponerte las gafas de nadar y el tubo de buceo mientras ves la TV y respirar a través del tubo durante 10-15 minutos para darte cuenta de que es incómodo pero no pasa nada malo por usarlo. ¿Por qué las gafas también? Porque así no tenemos que sujetar el tubo. Como el objetivo no tiene nada que ver con las gafas en sí, puedes ajustarlas a la frente, dejando los ojos libres.

Gracias a este paso más adelante podrás usar el tubo dentro del agua y respirar tanto como necesites, que será mucho al principio por el nerviosismo inicial.

3. Acostúmbrate a no respirar por la nariz fuera del agua

Lo has hecho miles de veces cuando pillas un constipado, pero a veces nos cuesta hacerlo sin tener la nariz bloqueada. Vamos a repetir el mismo paso de antes pero con las gafas de buceo. En este caso sí que nos tenemos que poner las gafas porque el objetivo es que nos bloqueen la nariz y sea físicamente imposible respirar por ahí. Igualmente, aprovechamos en momento para hacer alguna otra cosa como ver la TV, ordenar la casa, cocinar o alguna otra tarea que no requiera una concentración al 100% pero que nos haga olvidar que estamos respirando por un tubo y con gafas de bucear en casa 😀

Gracias a este paso podremos darnos cuenta más adelante de que no es tan problemático sumergir la boca y la nariz en el agua siempre que tengamos tanto aire como nos haga falta.

4. Primeras inmersiones con gafas de buceo y tubo

Hasta aquí todo ha sido muy fácil: comprar el material, hacer el idiota por casa disfrazados de submarinistas de secano y poco más, pero ahora empieza lo realmente difícil, meterse en el agua y poner a prueba todo nuestro dar-cera pulir-cera previo. Si eres un sincabecista pequeño o mediano, quizá tu bañera te sirva para estas primeras inmersiones. Si no, tienes dos alternativas: usar una palangana grande o bañera de bebé (en IKEA las tienes por 4 euros) o, preferiblemente, irte a una piscina en la que hagas pie y puedas estar a tu bola.

En este paso vas a ponerte las gafas de bucear y el tubo y vas a respirar por él con la cabeza fuera del agua como en el paso anterior. A continuación te vas a meter en el agua y vas a probar a sumergir la cara en el agua hasta la boca, dejando la nariz fuera. Como tienes el tubo de buceo, deberías poder respirar sin problemas y que no te entre agua, aunque debido al nerviosismo inicial quizá te aturulles un poco y te entre un poco de agua en la boca. La postura de tu cabeza debería ser perpendicular a la superficie del agua. Es decir, en lugar de que tu cara mire al agua, tu barbilla es la que debería mirar al agua y el resto de la cara mirar al frente. Esto es un poco complicado si no cabes bien en la bañera o si estás usando una palangana. Si este es el caso, te recomiendo que llenes la palangana o bañera de bebés sobre la encimera y hagas este ejercicio de pie con todo el cuerpo fuera del agua salvo la boca y barbilla. De este modo sabrás que no te vas a ahogar, con solo mover el cuello hacia arriba se habrá acabado el agobio.

5. La nariz dentro del agua con gafas de buceo y tubo

Una vez que hayas comprobado que el tubo de buceo es una estupenda idea y te deja respirar incluso con la boca dentro del agua, tienes que hacer el esfuerzo mental de pensar que ir un par de centímetros más allá y sumergir tu nariz es trivial si las gafas de buceo impiden que le entre agua.

Reconozco que este paso puede ser complicado. A pesar de la parafernalia, esta es la madre del cordero del sincabecismo. Si conseguimos sumergir la boca y la nariz a la vez, ya no hay sincabecismo que valga. El truco está en que hay una barrera de medio centímetro de goma que aísla nuestra nariz del agua y un fantástico tubo que sigue fuera del agua y nos proporciona tanto oxígeno como nos haga falta (en estas primeras inmersiones, muchísimo, porque estaremos con el corazón a mil :D).

No te alteres, ponte las gafas y el tubo tranquilamente, respira por él fuera del agua y muy poco a poco sumérgete hasta la boca. Cuando te hayas tranquilado un poco, baja un poco más, sin dejar de respirar por el tubo. Haz todo a cámara lenta y evitarás que te entre agua porque una sacudida de tu cabeza haya desajustado las gafas o el tubo. Saca la cabeza del agua también muy lentamente. Tienes tanto aire como necesites, no hay prisa.

6. La cabeza entera dentro del agua con gafas de buceo y tubo

Si has llegado hasta aquí, tu sincabecismo tiene la batalla perdida. En este paso solamente vamos a ir un poquitín más allá. Hasta donde yo sé, los ojos no tienen ninguna función respiratoria, por lo que lo gordo ya está hecho, pero si queremos dejar de ser sincabecistas, esta es la última parte que nos separa de nuestro objetivo.

Volvemos a ponernos las gafas y tubo de buceo, respiramos por el tubo fuera del agua hasta calmarnos, vamos bajando hasta la boca, de ahí a la nariz y muy muy lentamente seguimos hasta que nuestras gafas están dentro del agua. Notarás que con gafas de bucear todo se ve de maravilla debajo del agua. Todas esas visiones borrosas, gotitas que ocultan parcialmente nuestro campo visual, reflejos molestos en las gafas y demás aberraciones desaparecen y el temido mundo subacuático realmente es una película en Full-HD bastante agradable.

Como en el resto de pasos anteriores, no dejes nunca de respirar por el tubo. La idea es que en todo momento tu respiración sea equivalente a estar fuera del agua. Quizá pares de respirar en algún momento por pensar con buen criterio que debajo del agua no se respira, pero trata de ser consciente de cada inspiración por el tubo para reprimir ese comportamiento y respirar.

Algo que quizá te ponga un poco de los nervios es pensar que como no calcules bien, quizá te sumerjas tanto que el tubo deje de estar fuera del agua y tus peores pesadillas se hagan realidad. Para ello lo mejor es estar con otra persona que se asegure de que eso no pase agarrando el tubo y manteniéndolo fuera en todo momento. Como siempre, vamos a hacer todo lentísimo, bajando y subiendo poco a poco, para evitar que el aturullamiento nos haga equivocarnos.

7. Inmersión con gafas de nadar y tubo de bucear

En el paso anterior has dejado de ser sincabecista, ¡Enhorabuena! El objetivo de los pasos restantes es ir olvidándonos de las gafas de bucear y el tubo, algo que al principio te parecerá impensable, pero poco a poco verás como no es para tanto 😉

Como no tenemos ninguna prisa, vamos a ir muy poco a poco. Este paso es igual que el anterior pero cambiaremos las gafas de buceo por las de nadar, por lo que tendremos que encargarnos de que no nos entre agua por la nariz. ¿Cómo? Muy fácil: tapándola con la mano 😀

Así que este paso es igual que el anterior pero con los dedos pulgar e índice de una mano nos taparemos las fosas nasales para evitar que nos entre agua. Volvemos a bajar muy lentamente y comprobando que efectivamente no pasa nada por hacerlo así. Es un poco molesto, pero la buena noticia es que a pesar de que no siempre tendremos nuestras gafas de buceo siempre a mano, raro será que no contemos con un pulgar e índice disponibles 😉

8. Inmersión con gafas de nadar pero sin tubo de buceo

Ya eres sincabecista, llevas un par de pasos metiendo la cabeza dentro del agua y todo parece ir medio bien, pero llevamos desde el paso uno dependiendo del tubo de buceo y en este momento nos vamos a desprender de él. Si bien el paso en el que sumergimos la nariz fue el más importante, este paso también tiene su miga, así que vamos a prepararnos un poco antes.

Completamente fuera del agua, ponte las gafas de nadar, tapa tu nariz y coge aire con la boca. Cuenta mentalmente el número de segundos que puedes aguantar así. Prueba primero con tres segundos. Sin prisas ni agobios: inspira fuerte por la boca, cierra la boca, cuenta mentalmente hasta tres y expira. Haz lo mismo con 5 segundos. Si te ves con ganas, prueba con 10 segundos, pero no es en absoluto necesario. Con 3-5 segundos basta para meter y sacar la cabeza lentamente y sin problemas.

Una vez que te hayas dado cuenta de que eres capaz de aguantar 3-5 segundos sin respirar (algo que probablemente ya sabías incluso antes de intentar aprender a meter la cabeza fuera del agua), métete en el agua y prueba a repetirlo sumergiéndote lentamente. Aprovecha los 5 segundos de apnea así: 1er segundo, baja lentamente hasta la nariz; 2º segundo, baja hasta los ojos; 3er segundo, espera así; 4º segundo, sube hasta la nariz; 5º segundo saca la cabeza del agua. Como siempre, la rapidez y las prisas no son tus amigas, así que intenta hacerlo todo lo más lento posible. Cuando cojas confianza, puedes intentar estirar el tiempo de apnea hasta los 7 segundos o los 10 segundos. En ambos casos, dedica 2 segundos para bajar, dos para subir y permanece el resto del tiempo dentro del agua sin moverte.

Aunque parezca una tontería recordarlo, es muy importante que tapes tu boca y tu nariz en todo momento hasta que estés completamente fuera del agua. No queremos tragar agua por una precipitación.

9. Burbujas por la nariz

En el paso anterior has conseguido una inmersión completa con la única ayuda de las gafas de nadar, que es lo que habitualmente usa la gente para ir a la piscina, por lo que ya no das el cante en tus ejercicios y tu parafernalia necesaria es la habitual. Sin embargo, todavía necesitas tapar tu nariz con la mano, lo que te impide usarla para nadar o bucear, objetivos que quedan fuera del alcance de este tutorial pero que también son muy deseables.

Como en este paso la nariz tiene un papel protagonista, una vez más estamos ante una tarea difícil que puede requerir más tiempo que los pasos anteriores. No te desanimes, la nariz es el talón de Aquiles del sincabecista.

El objetivo de este paso es eliminar la necesidad de taparnos la nariz para sumergirnos. La teoría es sencilla: nos sumergiremos sin taparnos la nariz, aguantaremos un par de segundos dentro del agua y al salir expulsaremos el aire de nuestros pulmones a través de la nariz para que su salida vacíe nuestras fosas nasales de agua y no suframos esa desagradabilísima sensación de que un líquido se nos salga por la nariz. Pero como sabéis, de la teoría a la práctica la cosa se suele complicar 😀

Antes de eso, vamos a practicar solamente con la boca: nos sumergimos con las gafas de nadar y la mano en la nariz, esperamos un par de segundos debajo del agua y al salir expulsamos el aire suavemente por la boca (como si sopláramos sobre una herida, no como si quisiéramos apagar las velas de una tarta).

Cuando te hayas familiarizado con la cortina de burbujas que generas con tu boca, estarás en condiciones de intentar lo mismo con la nariz. Lo fundamental para que salga bien y no te entre agua es que todavía te quede aire que expulsar por la nariz un segundo después de haber salido del agua. Así, si tienes 5 segundos de apnea, dedícalos a lo siguiente: 1er-2º segundo, nos sumergimos lentamente con las gafas puestas y la nariz tapada con la mano; 3er segundo, soltamos la mano de la nariz; 4o segundo, vaciamos el aire de nuestros pulmones a través de la nariz muy lentamente mientras subimos poco a poco; 5º segundo, seguimos expulsando aire por nuestra nariz ya fuera del agua.

Si este paso te cuesta mucho, vuelve a practicar dentro del agua con la boca, fuera del agua con la nariz, etc. Es normal que te resulte difícil, los líquidos y la nariz no son buenos amigos 😉

10. Mira mamá, sin gafas

En este último paso nos vamos a olvidar de las gafas de nadar. Realmente este paso no hace falta, porque casi siempre que quieras meter la cabeza bajo el agua querrás también ver bien lo que sucede, pero olvidarnos de toda ayuda nos puede venir muy bien para evitar sentir miedo cuando no tengamos nuestras preciadas gafas a mano.

Las alternativas son claras: bien ir a ciegas con los ojos cerrados para evitar que les entre agua, bien abrirlos y ver borroso. Otra pega añadida de abrir los ojos bajo el agua es que tanto el cloro de la piscina como la sal del mar hará que nos piquen. Como veis, lo de las gafas de nadar es un buen invento, pero no hemos llegado hasta aquí para que una goma y dos piecitas de plástico nos detengan.

Personalmente yo prefiero ir a ciegas que abrir los ojos sin gafas, pero esto es cuestión de gustos. Probemos primero a ciegas y luego, si te animas, prueba a abrir los ojos y comprobar si es muy desagradable o te resulta mejor que no ver nada. Si quieres, puedes probar a hacer las primeras inmersiones con la nariz tapada con la mano, por aquello de no tener que prestar atención a tantas cosas a la vez, que nos liemos y lo hagamos mal.

Así, sin gafas, nariz tapada, boca cerrada, ojos cerrados, vamos bajando lentamente, aguantamos un par de segundos abajo y volvemos a subir lentamente. ¡Tachán! Algo que parecía impensable hace solo 9 pasos, es ahora una realidad. ¡Adiós al sincabecismo! 🙂

Prueba varias veces, practica sin taparte la nariz, tratando de hacer todo tan lento como te sea posible. Prueba a abrir los ojos debajo del agua durante un momento. Verás mucho peor que con gafas, pero bastante mejor que con los ojos cerrados 😀

¡Enhorabuena! 😉

Notas finales

  • Quizá todo este rollo del sincabecismo te parezca una tontería que se arregla con un par de zambullidas a la fuerza cuando somos niños, quizá te parece una exageración ir tan poco a poco, quizá todo el post te parezca un auténtico despropósito. De acuerdo, puede que tengas razón, pero a mi me hubiera gustado leer algo así cuando quise ayudar a gente que se resistía a aprender a nadar y no supe ni por dónde empezar. Si tú o tus hijos no necesitáis nada de esto, ¡enhorabuena! Internet está lleno de páginas sobre otros temas que os apasionarán 😀
  • El tiempo necesario para cada paso es el que tú consideres. En general suele venir bien tener bien dominado un paso para pasar al siguiente, pero esto no es más que una lista llena de recomendaciones basadas en el sentido común. En los casos en los que lo he probado con éxito, el tiempo necesario ha tenido muchísimo que ver con el estado de ánimo de la persona que lo llevaba a cabo. Ha habido días que hemos avanzado 3 pasos seguidos y para otros pasos hemos necesitado semanas (practicando una vez por semana, no todos los días). Lo bueno es que estés en el paso que estés, siempre estarás mejor que en el paso anterior 🙂
  • No he probado este nuevo modelo de máscara de buceo, pero quizá ayude. Está claro que cuanta más parafernalia necesaria para empezar, más pasos habrá que dar para deshacernos de ella, pero los comienzos suelen ser duros y cualquier ayuda es buena 😉
  • La noticia de que unos investigadores daneses han descubierto un mecanismo para respirar el oxígeno presente en el agua tiene pinta de ser un bulo o una exageración, así que no me creo ni la mitad. Sería bueno que me equivocara, porque supondría un avance enorme contra el sincabecismo 😀
  • Animaos a compartir vuestras opiniones en los comentarios y proponer mejoras. Creo que este tema se trata con un poco de vergüenza por parte de los adultos que todavía no saben nadar, pero hay mucha gente en esta situación y con un poquito de ayuda pueden aprender sin problemas. Muy probablemente los profesionales de la natación conozcan mejores maneras de llegar al mismo destino. Animaos a compartirlas 😉
  • ¿Por que demonios voy a pasar por este decálogo de torturas si puedo hacer una vida completamente normal sin meter la cabeza debajo del agua? Nadie te obliga a hacerlo, pero creo que saber sumergir la cabeza durante unos pocos segundos sin colapsar de pánico puede ayudarte a sobrevivir en situaciones inesperadas. Valora tú el coste-beneficio.
  • Gracias por leer hasta aquí, creo que ha sido el post más largo que he escrito en mi vida 😀

Nos vemos bajo el agua 😉

Curso de Introducción a AngularJS

El pasado mes de julio di un curso de introducción a AngularJS dentro del marco de los cursillos de julio del e-ghost, el grupo de Software Libre de la Universidad de Deusto.

Es muy básico, pero quizá te interese si estás empezando 😉

Aquí tienes la primera parte:

Y aquí la segunda:

Y en la web del cursillo están los materiales que empleamos.

Happy hacking! 😉

Computadoras imprescindibles

Un portazo. Así comienza la primera de la historias que os quiero contar hoy. Enero de 1816, 5 semanas después de dar a luz, la mujer del afamado poeta Lord Byron le pidió el divorcio y obtuvo la custodia de su hija. Su mayor temor era que Ada -su hija- terminara dedicándose a la poesía como su padre, por lo que estableció para ella una rigurosa educación centrada en las matemáticas y las ciencias. A pesar de los esfuerzos de su madre, Ada nunca renunciaría a su interés por la lírica y su comprensión de los complicados conceptos científicos y matemáticos siempre estuvo plagada de metáforas. Por ejemplo, las transformaciones que se dan en fórmulas del cálculo diferencial le recordaban a los duendes de ciertas fábulas, que aparecen frente a ti con una forma y al rato los tienes sobre el hombro con otra forma diferente.

Con 17 años, Mary Somerville, apodada “la reina de las ciencias del S.XIX”, se convirtió en su tutora. Lady Somerville ayudo a Ada a situar a las matemáticas y la tecnología en un contexto humano. Fue precisamente en una de las cenas organizadas por su tutora dónde Ada escuchó por primera vez las ideas de Charles Babbage y su máquina diferencial.

Babbage, matemático, filósofo, inventor e ingeniero mecánico, se había dado cuenta de los numerosos errores que tenían las tablas de logaritmos y funciones trigonométricas publicadas y decidió diseñar una máquina capaz de hacer esos cálculos mecánicamente. Ada quedó fascinada por el prototipo de aquella “máquina diferencial” y desde entonces aprovechó cualquier ocasión para coincidir con Charles Babbage en casa de Mary Somerville. Babbage, por su parte, no tardó en detectar el talento de Ada, a la que apodó “la encantadora de números”.

La máquina diferencial no llegó a construirse porque Babbage dedicó todos sus esfuerzos a un nuevo diseño más ambicioso, la máquina analítica. Aunque era parecida a la máquina anterior, Babbage se inspiró para su creación en las tarjetas perforadas usadas para definir nuevos diseños en los telares mecánicos. Era un ingenio lleno de engranajes, ejes y manivelas… que tampoco se llegó a construir, pero que ha sido considerada como el primer computador de propósito general, capaz de hacer cálculos, bucles, alternativas y almacenar datos en memoria.

Babbage explicó su invento en una conferencia en Italia y el matemático Luigi Menabrea escribió una descripción en francés traducida posteriormente al inglés por Ada Byron. Ada añadió a su traducción una serie de notas donde explicaba cómo aquella nueva máquina superaba a la máquina diferencial. Sus notas fueron tan detalladas que duplicaron en extensión a la descripción original. En la séptima de sus anotaciones, la nota G, Ada escribió el primer programa de ordenador de la historia, capaz de calcular una secuencia de números de Bernoulli. Ya entonces, Ada anticipó las dificultades que millones de programadores encontramos cada día: “qué variopintas y complicadas son las consideraciones involucradas en trabajar en una máquina como esta. En muchas ocasiones se producen simultáneamente diferentes conjuntos de efectos que parecen independientes unos de otros pero terminan influyéndose entre ellos. Ajustar cada uno de ellos y trazar su uso correcto con éxito entraña grandes dificultades”.

Gracias a la desbordante imaginación de una dama victoriana del siglo XIX pudimos dar el salto del cálculo a la computación. Ada creó el primer programa de ordenador en su mente, simulando una máquina que nunca existió. La informática nació dentro del cerebro de una mujer.

Avancemos en el tiempo y viajemos hasta Europa en 1942. La Segunda Guerra Mundial arrasó el continente y en ella las matemáticas tuvieron un papel fundamental para ambos bandos. Miles de mujeres fueron reclutadas como computadoras para realizar los millones de cálculos necesarios, entre otras muchas cosas, para conocer las trayectorias balísticas de los proyectiles. Su labor ha sido injustamente olvidada por la historia, pero es muy posible que el mundo tal y como lo conocemos no hubiera sido posible sin el interminable y preciso trabajo de todas esas mujeres.

En 1943, la doctora en matemáticas por Yale Grace Hopper solicitó enrolarse como voluntaria en la marina estadounidense. Fue rechazada por no llegar al mínimo peso establecido para pertenecer al ejército. En diciembre de ese año, fue llamada como reservista y tras graduarse la primera de su clase en 1944, fue destinada a Harvard. Allí comenzó a trabajar bajo las órdenes del comandante Howard Aiken en la construcción del Mark I, el primer ordenador electromecánico, basado en la máquina analítica de Babbage.

El comandante Aiken lideraba el proyecto no como un trabajo científico, sino como una misión militar. La armada estadounidense tenía un barco especial, el Mark I, que nunca vería el mar, pero en el que la cadena de mando se respetaba tan rigurosamente como en cualquier otro buque. Grace Hopper no fue inicialmente del agrado de Aiken, pero el comandante pronto descubrió que aquella joven estaba enormemente capacitada para sacar lo mejor de aquella máquina y la promocionó para ser la segunda de abordo. Admitir órdenes de una mujer en la armada no era nada común en aquel momento, pero Grace Hopper era tan competente que su liderazgo estuvo fuera de toda duda.

La primera vez que Grace Hopper vio el Mark I con sus más de de 15 metros de largo, pensó que era el aparato más bonito que había visto en su vida. Durante meses, el equipo de Aiken y Hopper consiguió que el Mark I trabajara noche y día sin interrupción. Uno de los trabajos que el Mark I realizó fue el cálculo de una ecuación diferencial muy compleja que provenía del profesor von Neumann en Los Álamos. Tiempo después, Grace Hopper supo que ese cálculo había sido fundamental en la creación de la bomba atómica y cuyo lanzamiento puso fin a la Segunda Guerra Mundial.

El fin de la guerra dejó a Grace Hopper en una situación complicada. Por edad, 40 años, no podía trabajar en la Armada y por ser mujer no podía trabajar como profesora en Harvard donde todos los docentes eran hombres. Era, además, experta en un campo -la computación- que prácticamente no existía. Sin embargo, en 1949 se unió a una de las principales empresas de informática para trabajar en el proyecto UNIVAC que pronto lograría crear toda una industria. Decir UNIVAC en los años 50 era como decir Kleenex o papel Albal, una marca que se convirtió rápidamente en el estándar informático. Incluso el superordenador de las novelas de ciencia ficción de Isaac Asimov se llamaba MULTIVAC.

Grace Hopper llegó en aquel momento a la misma conclusión que otros pioneros de la informática: no tenía mucho sentido que cada computadora se programara de forma diferente. Así que decidió crear el primer “compilador”, un programa especial capaz de traducir cualquier programa a los códigos internos de cada ordenador. Grace aprovechó la ocasión para resolver otra de sus inquietudes. Después de varios años trabajando con ordenadores, se dio cuenta de que había mucha gente que odiaba los códigos y símbolos, así que decidió facilitarles la vida haciendo que el inglés fuera el lenguaje que su compilador traduciría para las máquinas. Cuando presentó el primer compilador de la historia en 1952, nadie la creyó. Es más, mucha gente pensó que era una estupidez tratar de hablar a las máquinas en inglés. Más de 50 años después, todavía encontramos ofertas de trabajo para programar en COBOL, un lenguaje totalmente basado en la propuesta de Grace Hopper.

Viajemos a 384.000 km de aquí para nuestra tercera historia. Millones de personas seguían los acontecimientos pegados a sus televisores. Tres minutos antes de que el Eagle se posara en la Luna su ordenador de abordo lanzó varias alarmas. Por un fallo en los manuales, un radar no necesario para el aterrizaje estaba encendido cuando debería estar apagado. Enviaba señales erróneas al ordenador de a bordo, que tenía que lidiar con ellas además de encargarse de todas las operaciones propias del aterrizaje. Afortunadamente, el software que gestionaba el ordenador de abordo fue lo suficientemente inteligente como para detectar el problema y avisó a los astronautas diciendo: “estoy sobrecargado con más tareas de las que debería estar haciendo en este momento, así que me voy a centrar solamente en las tareas importantes, es decir, las que tienen que ver con aterrizar”. Recordemos que era un ordenador con menos potencia de cálculo que el reloj digital de nuestra cocina. Sin este novedoso e inteligente diseño, el pequeño paso para el hombre y gran salto para la Humanidad habría acabado en siniestro total. Hicieron falta más de 30 años antes de que la NASA reconociera el mérito de Margaret Hamilton, la directora del centro de ingeniería del software del MIT encargada de desarrollar el software de abordo de todo el programa Apollo, el único que ha sido capaz de permitirnos pisar otros mundos y volver para contarlo.

La cuarta historia todavía está por escribir. La protagonista está entre nosotros. Quizá es la hermana de uno de los buenos ingenieros que hoy reciben su título o quizá es alguna de las ingenieras que esta mañana, antes de venir, os habéis dicho frente al espejo: claro que he sido capaz, de esto y de mucho más.

Necesitamos nuevas computadoras imprescindibles, ingenieras eficaces capaces de prever y solucionar situaciones críticas, que nos animen a hablar con las máquinas en nuestro propio lenguaje, que sean capaces de imaginar los cientos de engranajes que todavía no existen, pero que cambiarán el futuro de la Humanidad.

Muchas gracias*

* Este es el texto de la lectio brevis de la ceremonia de investidura de Ingeniería de la Universidad de Deusto en 2015. Para su redacción he contado con la inestimable ayuda de Ana Ribera «Molinos» 🙂

Errores comunes en la visualización de datos y algunas soluciones

El pasado 17 de enero di una charla sobre visualización de datos en Bilbostack.

Aquí tenéis la presentación:

Y el audio de la charla:

Espero que os resulte de interés 😉

La Web como plataforma de referencia: viejos ataques y nuevas vulnerabilidades

El pasado jueves 27 de junio de 2013 participé en la XV Jornada de Seguridad TI de Nextel S.A. en la Alhóndiga de Bilbao, invitado por mi amigo Ritxi Acebedo.

El evento estuvo muy bien (podéis ver todas las presentaciones y vídeos en su web) y lo pasé muy bien, a pesar de ser el único tipo que no fue de traje y que después de que hablara, otros ponentes se refirieron a mí como un hacker malvado, cosa que dista mucho de la realidad (todas mis intrusiones son a 127.0.0.1 ;P).

Os dejo el vídeo de la conferencia (está sacado del streaming, así que el audio es… sub-óptimo O:) ):

Y aquí la presentación:

Espero que os resulte de interés 😉

BilboStack 2012 y 2013

Los dos últimos años he tenido el placer de poder participar activamente en BilboStack, el mejor evento de desarrollo web de Bilbao (y ya se sabe que Bilbao y el mundo es casi lo mismo).

El primer año me invitaron a hacer un repaso de los estándares alrededor de HTML5 y la cosa quedó un poco flojilla por ser una charla de introducción para un evento destinado a desarrolladores pata-negra. A pesar de los disclaimers y demás historias, la sala estuvo a tope y la gente fue muy maja al terminar:

El segundo año quise poner un poco más de carne en el asador y preparé un repaso a un tema del que se habla bastante, pero quizá no con la suficiente profundidad: las funciones de tiempo y los temporizadores en JavaScript. Tuve la suerte de que poco después hubo otra charla de desarrollo de videojuegos en la que se pusieron en práctica muchos de los conceptos comentados, por lo que quedó muy apañada la simbiosis entre ambas charlas.

Además, me sirvió para probar Slid.us como editor de presentaciones HTML5, gracias a una invitación de @soyjavi 🙂

Dos experiencias estupendas, gracias a un grupo de personas que hizo que todo fuera como la seda 🙂

El problema de parada y los castores laboriosos

2012 fue el Alan Turing Year, año en el que se conmemora el nacimiento de Alan Turing, un matemático fundamental dentro de las ciencias de la computación.

En la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto realizamos dos acciones para celebrarlo: 1) el cambio de nombre de una de nuestras salas más «nobles» a «Sala Turing» y 2) una sesión de charlas cortas (10-15 mins) relacionadas con la figura de Alan Turing

Mi contribución fue una charla de introducción al problema de parada y a los «castores laboriosos» (tema del que ya hemos hablado por aquí) durante esa sesión de homenaje a Alan Turing.

Espero que os guste y os anime a echar un vistazo al resto de charlas cortas que se dieron ese día (muy interesantes), así como al resto de material que se generó en la Red en torno al papel fundamental de Alan Turing en el siglo XX.

PD: debería haber empezado la entrada con una disculpa por el silencio, pero creo que es muy cansino, así que considérese esta postdata como tal O;)

Karaoke casero con Audacity

Os voy a contar un truco muy sencillo -pero muy útil- para quitar la voz a vuestras canciones favoritas con Audacity, y de esta forma poder hacer el ridículo en karaokes improvisados, malograr con vuestra voz versiones apócrifas de canciones o iniciaros en el mundo de los mashups 😉

Lo primero que necesitamos es una canción en WAV o cualquier formato que entienda el Audacity (MP3 puede valer). Yo he elegido «Hotel California» de «The Eagles», por ejemplo.

Una vez abierta con el Audacity, veremos que es una canción stereo, con dos canales:

Si usamos el zoom, podremos ver la forma de la onda en cada uno de ellos y cómo son ligeramente diferentes:

Nos basaremos en el siguiente principio para eliminar la voz: si sumas una onda y su versión invertida, la anulas. Dado que la voz es mono (suele haber un solo cantante con una sola boca) normalmente, estará copiada igual en los dos canales, así que al invertir uno y sumarlo con el otro, se anulará.

¿Cómo hacemos esto? Muy fácil, separamos la pista stereo en dos canales mono:

Seleccionamos solamente una de las pistas:

Y aplicamos el efecto de inversión:

Finalmente volvemos a juntar los canales en una pista estéreo:

Y exportamos el resultado a un MP3.

Si lo hemos hecho bien, tendremos una versión de «Hotel California» en la que no se escuchará la voz y podremos arruinarla con nuestros alaridos.

Realmente este método no es perfecto y si nos fijamos bien, todavía quedará algún resto de la voz en nuestro MP3. Esto es debido a los filtros y efectos de post-producción que se emplean para mejorar las canciones, que no afectan por igual a los dos canales y por tanto dejan trazas que no se anulan al sumar una onda con su inversa. En algunas canciones estos efectos son tan extremos que la voz permanece totalmente audible después de emplear este método ;-(

Una vez eliminada la voz, podemos pensar en cómo se haría para quedarnos solamente con la voz y juntar la voz a la música sin voz de otra canción para inventar nuevas y estrambóticas versiones de música comercial. ¿Se os ocurre cómo podría hacerse? 😉

Echofon y los malditos anuncios de 140 Proof

Soy un usuario de la versión para Firefox Echofon desde hace tiempo y hasta la versión 2.3.6 todo fue gozo y alegría. ¿Qué ocurrió en la versión 2.4 para amargarme la existencia? En su changelog se ven muchas mejoras, pero la última -que no caracterizaría de mejora precisamente- es la que desencadena todo mi malestar:

  • Ad supported by 140proof

Supongo que para Echofon sí que será una mejora, pero para el usuario resulta realmente molesto tener que leer tweets de cuentas que hemos decidido no seguir porque solamente publican spam.

Durante cierto tiempo, practiqué la táctica de «Virgencita, virgencita, que me quede como estoy» y me mantuve en la versión 2.3.6 a salvo de spam. Lo malo es que esa versión no está soportada en versiones más modernas de Firefox, por lo que seguir así me dejaba anclado en el pasado no solamente para Echofon, sino para todo lo demás.

Indagando por la red encontré dos soluciones bastante buenas para usar las nuevas versiones de Echofon sin anuncios.

La primera de ellas consiste en abrir el fichero que contiene el código JavaScript con la función encargada de importar los anuncios y «anularla». El procedimiento es muy sencillo:

  1. Accedemos a nuestro perfil de firefox. En Linux está en $HOME/.mozilla/firefox/[LETRASyNUMEROS].default/ y en Windows en C:\Users\[USER]\AppData\Roaming\Mozilla\Firefox\Profiles\[LETRASyNUMEROS].default\.
  2. Entramos en el subdirectorio «extensions» y ahí, si tenemos Echofon instalado, debería haber otro subdirectorio «/twitternotifier@naan.net». Entramos en él y una vez dentro, entramos en el subdirectorio «components».
  3. Una vez allí, editamos el fichero nsEchofon.js y buscamos la función getAd.
  4. Borramos el contenido de la función y lo reemplazamos por esto:
  getAd: function(info) {
    this._pref.setBoolPref("licensed", true);
    EchofonUtils.notifyObservers("removeAds");
  },

Y ya está 🙂

La pega que tiene este método es que habrá que reemplazar la función getAd cada vez que se actualice el Echofon.

El otro método es algo menos directo pero aún así me parece muy efectivo. Además, pueden combinarse y estar doblemente a salvo del spam. En este caso, lo que vamos a hacer es invisibilizar mediante CSS el contenido de la caja de texto de spam. De esta manera, aunque la función getAd siga trayendo el contenido no deseado a nuestro Echofon, a la hora de mostrarlo se hará de forma invisible, con lo que no lo leeremos 🙂

Para ello, tenemos que acceder a nuestro perfil de Firefox (ver paso 1 del método anterior) y entrar en el subdirectorio «chrome». Una vez ahí, creamos el fichero «userChrome.css» donde indicaremos nuestras preferencias personales para CSS, con este contenido:

#echofon-ad-unit {
display: none !important;
}

Así, cuando se llene ese elemento de publicidad, nuestro navegador no lo mostrará porque hemos indicado que su propiedad display esté a «none». Sin embargo, como comentan en el sitio donde tradujeron el primero de los métodos, esto no evitará que se mande información nuestra a 140 Proof y Google Analytics, así que sigue siendo recomendable llevar a cabo también el primero método.

Happy tweeting 😉

Claws-mail y la renovación de certificados SSL de Gmail

Estos últimos días estoy teniendo un problema a la hora de usar claws-mail con Gmail (en Deusto tenemos el correo con Google Apps for Education, así que lo tengo que usar sí o sí) porque cada cierto tiempo (1-2 años) Gmail renueva sus certificados SSL para sus servidores de correo.

Esto no debería suponer el mayor problema, pero al no renovar todos los certificados a la vez, durante unos días algunas conexiones van servidores con el certificado SSL antiguo y otras al nuevo. Cuando claws-mail detecta el cambio de certificado, nos avisa de que deberíamos comprobarlo y aceptarlo, así que en esos días inmediatamente posteriores al cambio, hay que estar aceptando certificados a cada rato lo cual es un peñazo fino.

Revisando en foros y en la documentación de claws-mail he dado con la solución: hay que habilitar la opción «unsafe_ssl_certs» dentro del fichero de configuración, ya que no hay ninguna opción para hacerlo desde el interfaz gráfico de claws-mail.

Así, si sufrís este incordio como yo, no tenéis más que editar el fichero ~/.claws-mail/clawsrc, ir a la línea donde se encuentra la opción unsafe_ssl_certs y fijarla a 1:

unsafe_ssl_certs=1

Esto no deshabilita la comprobación del certificado, como pudiera parecer (esa opción es skip_ssl_cert_check), sino que permite almacenar varios certificados para cada servidor, lo que coincide perfectamente con el caso en el que nos encontramos 😉